Francisco Carvajal, entonces ministro de Relaciones Exteriores, quedó al
frente del gobierno con la tarea de entregar la capital a las fuerzas
revolucionarias y negociar la rendición de las fuerzas federales. Carbajal
solicitó la mediación de los Estados Unidos, a lo que Carranza se rehusó.
Después de pláticas entre el gobierno y carrancistas, el 14 de agosto de ese
mismo año se firmaron los Tratados de Teoloyucan, en donde se presentaba
formalmente la rendición incondicional del ejército federal.
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